Julia Scrive-Loyer

No está muerto, el cine vive

Julia Scrive-Loyer
No está muerto, el cine vive

Por Julia Srive-Loyer, editora de Simulacro Mag

CINESPEJO

Hay una serie de películas que salieron entre el 2018 y el 2019 en la que admiré el valor de los realizadores de exponerse, de manera más o menos directa, a través de su obra: alter egos, directores actuando junto a toda su familia, y exploración de universos o épocas importantes para el autor.

Por ejemplo, es sabido que Carlos Reygadas es un gran director, y también es sabido que es un ser humano complicado. Pero lo que demostró Nuestro Tiempo (2018) es que es alguien capaz de enfrentar sus complejidades, poniéndose valientemente delante de la cámara junto a su esposa. No sabría decir a qué niveles llega lo autoreferencial en esta película, pero basta con que actúen ellos mismos para inevitablemente pasar por un proceso de cuestionamiento mutuo. La estructura de la película es magistral, así como lo son también los momentos en los que el tema se refleja en el elementos periféricos a la trama (véase la excelente actuación de los toros).

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De una manera similar, en la última película de Noah Baumbach, Marriage Story (2019), “una historia de amor sobre el divorcio” como dijo Adam Driver, el director explora su experiencia propia con el proceso legal y emocional de separarse de una pareja. Es un buen ejemplo de que la autoreferencialidad no tiene por qué ser exactamente autobiográfica. Significa también sacar sentimientos reales de momentos vividos, adaptados a una historia que es y no es la vida misma. Aquí Baumbach no se pone delante de la cámara como Reygadas, pero sus emociones y sus complejidades están igualmente expuestas. 

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Hablando de alter egos, el ejemplo más hermoso es posiblemente Dolor y Gloria (2019). Es hermoso no sólo por la manera de Almodóvar de exponerse en pantalla - sus dolencias, sus vicios, su relación con su madre y con su obra - sino también por invitar a un amigo a representarlo: Antonio Banderas. Da gusto ver a un autor ya largamente establecido desnudarse de pronto frente a uno, regalándonos su fragilidad en una película tan franca, divertida y conmovedora. 

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En la misma línea de alter egos, tenemos a Matt Dillon representando una versión de Von Trier en The House That Jack Built (2018). Si Antonio Banderas es literalmente Almodóvar, Matt Dillon no es - por suerte - literalmente Von Trier, pero simbólicamente lo es de manera perfecta. Sólo vi esta película una vez, y salí odiándola tanto que me dio dolor de cabeza. No la odié como película, odié a Lars Von Trier, como de costumbre. La película como tal está extremadamente bien contada. Tan bien contada que el humor negro voraz que la compone no falla en dar risa, por más que lo que esté sucediendo nos parezca repulsivo. Sin embargo las semanas iban pasando y yo no podía dejar de pensar en la película; en la manera en la que Lars Von Trier se expuso y se retrató a si mismo como el monstruo que muchos pensamos que es: yo soy así, pero es porque considero que éste es mi arte. El mensaje me sigue pareciendo igual de horrible, pero el dispositivo me parece fascinante, sobre todo en los últimos minutos de película.

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Pasando ahora a la exploración de universos o épocas cercanas al autor, tenemos a Roma (2018), película autoreferencial escondida en el punto de vista de otro personaje. Últimamente hay un afán por catalogar cada película que sale como “La Gran Película del Año”. Esto hace que las opiniones sobre estas obras se polaricen. No me parece fácil considerar tal o cual película como la obra del siglo, y estoy segura de que Roma está lejos de serla. Sin embargo me pareció una película hermosa y conmovedora, profundamente honesta en su posición y en su curiosidad por entender al otro. 

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Quiero agregar aquí a Once Upon a Time in Hollywood (2019) porque Tarantino dijo que esta película era su Roma. Y lo es en el sentido en que Tarantino explora el lugar en el que nació, en una época del cine que él admira, y que fue de alguna manera la última gran década de Hollywood. Como dijo un querido amigo mío: “Qué buen homenaje a Hollywood en la hora de su muerte”. 

LA EUFORIA LLEVA AL LLANTO

Otra tendencia que sentí en películas de los últimos dos años ha sido la mezcla de euforia y delicadeza. The Irishman tiene esto también, comenzando como una película clásica de Scorsese, con un montaje energético e indomable, y terminando con la vejez y el remordimiento de su personaje principal, Frank Sheeran. La película termina como un susurro de confesionario. 

Once Upon a Time, la primera película de Tarantino con un montaje admirable después de la muerte de su antigua editora Sally Menke, tiene un sólo momento violento en la película, ya cuando estamos llegando al final. La secuencia es catártica por razones históricas, pero Tarantino tiene la sensibilidad de no terminar ahí: en un plano en picado, vemos a DiCaprio siendo invitado por primera vez a la casa de Sharon Tate, que sigue viva. Sin embargo nosotros sabemos que esto no fue lo que sucedió en la vida real. Tate fue asesinada, y el cine de Hollywood tampoco sobrevivió a la década de los 70. Como para remarcar la crueldad de este final, Tarantino imprime en la pantalla: “Once upon a time…” recordándonos que éste es el final feliz de una realidad que no lo tuvo. 

Otra película muy popular de este año, Parasite de Bong Joon-ho, tiene una estructura similar. La película es monumental en cómo juega con el tono, en su montaje y en su trama. Es un perfecto ejemplo de una película/montaña rusa. Sin embargo tras un momento digno de Tarantino, después de haber estado la película entera en zozobra, nos regala un final pequeño y conmovedor, y las lágrimas nos llegan de manera inesperada.

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BONUS

Películas que no entran en ninguna de estas dos categorías pero que me han marcado en estos últimos dos años son: 3 Rostros (2018) de Panahi, Le Livre d’Image (2018) de Godard, Shoplifters (2018) de Koreeda y The Other Side of the Wind (2018) de Orson Welles (terminada de editar por P. Bogdanovich y estrenada el año pasado). 

Películas que aun no he podido ver pero que estoy segura de que recomendaré una vez que lo haga: Bacurau (2019) de Kleber Mendonça Jr., El Peral Salvaje (2018) de Nuri Bilge Ceylan y Lázaro Feliz (2018) de Alice Rohrwacher. 

Gracias por sintonizar. 

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