Thaís Espaillat Ureña

¿Cómo puede alguien mirar al mar y pensar que puede poseerlo?

Thaís Espaillat Ureña
¿Cómo puede alguien mirar al mar y pensar que puede poseerlo?

Texto por Felix Cordero
Entrevista a Thaís Espaillat Ureña

Aprovecharé este espacio virtual que se me ha cedido y me atreveré a hacer una valoración: la poética de Thaís Espaillat Ureña (Santo Domingo, 1994) no solo es “indispensable" en el contexto sociocultural en el que existimos, sino que es necesaria. Thaís como poeta, editore y artiste visual nos hace volver a lo más básico y lo más olvidado: a nosotres mismes, a nuestro cuerpo y cómo este recibe, digiere y reproduce las sensaciones que el mundo ofrece e impone. El trabajo poético y (audio)visual de Thaís presenta una gran preocupación por la relación entre el mundo interno versus el mundo externo; la pluralidad de sensaciones que somos capaces de experimentar y la destrucción de paradigmas patriarcales sobre el ser y estar.

Thaís se reconoce como parte de la generación que crecimos (me incluyo) surfeando el internet desde que fue posible para nuestros hogares tener un computador; una mente en constante estimulo, digiriendo tanta información como sea posible y difuminando poco a poco la distancia espacio-temporal que da sentido a la “realidad”. A veces se siente como vivir en una nebulosa, pero Thaís ha aprendido a aprovechar esta amalgama y lo hace a través de su incansable necesidad de crear cosas que canalicen sus diversos intereses estéticos. Tanto así, que posee una pequeña editorial llamada Hacemos Cosas, la cual merece su propia entrada en la página.

En el 2019 se aventuró a un proyecto de investigación poética para entender de dónde vienen las palabras que llegan a su orilla. ¿Su sujeto de estudio? El mar. Así nace su primera exposición individual ¿De dónde vienen estas olas?, en la cual mediante la observación científica del mar del Malecón de Santo Domingo, Thaís elabora una teoría sobre el poder que el mar tiene en nuestra psiquis. En la exposición, Thaís realizó un performance donde da a descubrir los resultados de la investigación, vestida de Tiempo de Zafra; mostró un cianotipo en tela de algodón que realizó a orillas de la playa del Fuerte San Gil, entre otras piezas. El proyecto a evolucionado para convertirse en un libro editado por Ediciones De a Poco, y diseñado por la diseñadora editorial Faride Mereb.

Otro proyecto que Thaís trae en manos es su novela en tiempo real a través de Twitter, llamada La fiesta en el Catamarán (otra vez volviendo al mar). Comienza a escribirlo durante el verano en cuarentena que todes vivimos, tal vez como una forma de hacer frente al ocio, para combatir el nicho en expansión de odio en esa red social, o simplemente porque tenía que hacerlo. Como usuario de Twitter, adentrarme a esta propuesta de Thaís fue una experiencia surreal, en donde no sabemos dónde se trazan las líneas de la ficción y la realidad, lo que imaginario y lo que aconteció. Una oda a la cotidianidad, al día a día, sus enigmas, violencias y alegrías.

Dado el fuerte interés de Thaís por moldear el mundo, o mejor dicho, destruirlo para volverlo a construir, nos parece natural su reciente vocación por enseñar poesía. El mundo que existe para nosotres no es el único mundo posible, y entender el vasto océano de posibilidades para imaginar otras realidades es el poder de la poesía: el poder de cómo permitimos que las olas se acerquen a nuestra orilla. Y como Thaís sabe que alguien tiene que hacerlo, elle lo hace.

En la siguiente entrevista, hablamos con Thaís sobre las ideas arriba expuestas, la destrucción del mundo, el anarcofeminismo, y para nuestra suerte, nos da más de lo que pensamos recibir.

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FÉLIX_ Este ha sido un año extraño para todes; y hablar al respecto ya se ha vuelto cansón, pero quisiera que comencemos hablando sobre cómo te sientes y, de haberlos, saber qué pensamientos e ideas han surgido a raíz de esta experiencia colectiva.

THAÍS_ Honestamente, no sé cómo me siento. Ahora mismo estoy de buen humor entonces podría  decirte que todo bien, pero la verdad es que esta situación me tiene frustrade y estresade. Como  a todo el mundo, supongo. Sería difícil articular algo que haya surgido específicamente de esta  experiencia porque he estado tontamente rehusándome a aceptarla. Me parece increíble como  todavía seguimos con la insistencia de volver a la normalidad, de pretender que la  normalidad estaba bien. ¿A qué es que queremos volver? Me preocupa el estado actual de las  cosas y he estado demasiado pendiente de él, lo cual no ayuda con el estrés. Y no lo digo sólo  por la pandemia, también me preocupa las ideas fascistas que van tomando terreno y con ella  una banalización de las luchas sociales “de izquierda”. Eso sin mencionar los cada vez  más terribles desastres ambientales que se aproximan. Quizá si algo ha surgido de esta  experiencia han sido unas ganas cada vez más grandes de que paremos todo lo que hemos  estado haciendo y nos demos cuenta de que tenemos que vivir de otra forma o no vamos a  poder vivir de ninguna manera. No puedo dejar de pensar en el fin del mundo, evidentemente. No  puedo dejar de querer verlo arder. 

Aunque claro, eso no es lo único que pienso. Algo que sí ha surgido del tener que estar  conmigo misme todo el tiempo es entenderme mejor o al menos a verme mejor. He estado  montando mucha bicicleta por la ciudad, lo cual ha fortalecido el vínculo de mi cuerpo con el  movimiento. Me hace sentir que estoy vive y me hace darme cuenta que necesito el movimiento.  No sólo de mi cuerpo sino también de mi cabeza, de mi entorno. Hay una fluidez a la que me quiero acercar pero no he podido por toda esta situación. Necesito explorar, poner a dialogar lo de afuera con lo de adentro. Reestructurar la forma en la que me muevo por el mundo, el performance. Quizá por eso lo primero que me viene a la cabeza cuando pienso en cómo estoy ahora es algo negativo, porque estoy  profundamente aburride.  

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F_ No me gusta mucho preguntar sobre influencias, y creo que en lo que llevo conociéndote realmente no hemos hablado al respecto — tampoco es necesario—, pero para esta ocasión, me encantaría saber cuáles lecturas, figuras e ideas entiendes te han ayudado a esculpirte a ti misme.

T_ Se me hace difícil contestar esa pregunta porque tengo las referencias muy desorganizadas.  Tiendo a obsesionarme con algo por un rato y luego soltarlo. Siempre me estoy moviendo y  siempre lo hago demasiado rápido. Esto tiene que ver con una tendencia personal y  también con haber estado conectade al internet desde muy pequeñe. Partiendo de ahí, una  idea que me interesa mucho, que me mueve mucho, es lo que entiendo por punk. En un  momento estaba pensando, todavía en verdad, en un concepto que llamé “surrealismo punk”.  Para resumirlo es esta idea de poder crear situaciones inexplicables, irreverentes, confusas  usando lo que esté a nuestro alcance, lo que nos es cotidiano. Cercano a eso, algo que me  atrae mucho es el anarquismo - especialmente el anarcofeminismo - y su propuesta  política de la imperfección. No creo que estemos yendo a ningún lugar, no creo que haya “un  futuro” como tal. No hay ningún propósito para la vida, sólo estamos aquí. Me gusta que lo que  plantea como proyecto político no es una guía con instrucciones para vivir, sino que propone que  cada vez que un grupo de personas quiera organizarse en comunidad, todes puedan participar  para resolver los problemas que vayan surgiendo sin ninguna soberbia, sin ninguna jerarquía. Me  emociona la idea de extinguir la autoridad, de dinamitar las instituciones que nos oprimen. También por ahí supongo que algo pasa con esto de las referencias. La pregunta casi siempre  viene cargada con un tinte de déjame-probar-si-esta-persona-es-culta y eso me parece una  estupidez. No me interesa dialogar con nada que alguien me obligue a consumir. No me interesa  la superioridad intelectual que surge de consumir Cultura. Igual, si tengo que mencionar lecturas  que me han ayudado a esculpirme, podría mencionar las novelas de César Aira, Clarice Lispector  y Richard Brautigan y más recientemente de Marguerite Duras y Aída Cartagena Portalatín.  También la poesía de la generación Beat, Diane di Prima, Ginsberg. La poesía imagista. El cine,  en especial las películas de Éric Rohmer, Agnes Varda, Alain Resnais y tantes otres. La música también tiene un lugar especial en todo mi proceso. El humor, la comida, la naturaleza, la ciudad,  mi experiencia de existir en este mundo. 

También con las ideas es algo extraño lo pasa y por eso no tiendo a pensar mucho en las  referencias. Me parece que a veces une está en un estado que te permite conectarte con  esta base de datos flotante que contiene todas las ideas del mundo. Ninguna idea es  realmente de nadie, ellas sólo existen. Claro, hay grupos de personas que han desarrollado  ideas y las han elevado a través del arte o de la ciencia. Pero para mí, al menos, es más  importante saber que en cualquier momento un cable mal puesto se conectará conmigo y para pasarme algo que yo no pueda evitar volver otra cosa. 

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F_ Algo que me emociona mucho al leerte es tu interés y capacidad de aludir a los sentidos; cuando te leo saboreo, huelo, toco; los sentimientos, las experiencias y personajes poseen sabores que los identifican, diferencias y relacionan entre ellos. Lo relaciono con adquirir conciencia del cuerpo —o de la cuerpa, mejor dicho— y de las necesidades que este posee. ¿Es esta una idea que trabajas de manera consciente en tu trabajo? ¿Es esta una preocupación importante en tu vida?

T_ Ahora mismo sí siento que lo hago a consciencia pero antes no sabía realmente por qué lo hacía. Me he dado cuenta de que mi memoria es muy sensorial, de que la manera en la que pienso también lo es. No pienso casi nunca en palabras, sólo me llegan como estas sensaciones a la cabeza que luego tengo que traducir. Son imágenes y sonidos y sabores y texturas que se difuminan y difractan y se mezclan en una masa que luego tengo que ir volviendo algo coherente.

Estoy casi todo el tiempo consciente de que tengo un cuerpo, para bien o para mal. Mucho de lo que siento viene amplificado por esta consciencia. Desde hace unos años he estado teniendo una mejor relación con mi cuerpo después de pasarme casi toda la vida rozando su desprecio. Lo cual ha implicado mejorar la comunicación con mis sentidos, hacerles más caso. Es una preocupación gigante en mi vida, la verdad. Creo que soy bastante hedonista y me aferro mucho a lo que me da placer. Me gusta volver a lo que me da placer. Por eso disfruto describir sensaciones, creo que es lo único que sé hacer.

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F_ Otra idea que identifico durante mis lecturas, es la de reconocerse como un ser minúsculo y sin importancia ante el universo. Eso, de cierta forma, me llena de paz. Una cucaracha, al final de cuestas, es tan importante como nosotres. Y siento que esta visión es un respiro de aire fresco en una sociedad que está asfixiada en la relevancia, la soberbia, el culto a la imagen y la sobrevaluación de la apariencia mediática. ¿Cómo estas ideas empezaron a germinar en ti? ¿Cómo han afectado, de la manera que sea, tu relación contigo misme, con el otre y el mundo?

T_ Soy una persona retraída, lo he sido desde que recuerdo. Tampoco llegué nunca a realmente creer en Dios ni he tenido ningunx ídolx nunca. El antroprocentrismo como idea creo que jamás me llamó la atención. No lo digo como que he estado iluminade desde siempre, si no que en serio “la gente” se me ha hecho repelente como concepto. Supongo que por haber crecido siendo emo, haha. He sido fanática del internet desde pequeñe y creo que esto me ha ayudado a entender mejor eso de que todo está conectado y une es simplemente otro pedacito más del gran sistema. También duré mucho tiempo obsesionade con el espacio exterior, quería ser astrónome y todo haha, y ese estado de contemplación siento que te tiene que llevar a una idea de pequeñez. No creo que sea posible mirar y entender lo lejos que está una estrella, por ejemplo, todo el poder y la energía que contiene, y no verte como una cosa minúscula.

No me gusta la manera en la que está construido lo que es “ser humano”, la rechazo completamente. Aunque claro, con el dejar la adolescencia también se dejan las ideas de que “la gente es una mierda.” No creo que la gente sea una mierda, creo que la forma en la que estamos organizades recompensa que la gente sea una mierda. Hay un texto cortito de Kropotkin que habla de esto, se llama “Are We Good Enough?”. Y lo que plantea es que les anarquistas no es que sean iluses y tengan una idea demasiado bondadosa de la gente. Al contrario, es que se sabe que la gente tiene cualidades como la avaricia, la envidia, el odio y por ende lo que tenemos que construir es un mundo en el que eso no sea recompensado. En el que no haya razón para que esas cualidades persistan tan sistemáticamente. Sería un poco idiota de nuestra parte ahora sorprendernos de que vivimos en un performance de egos flotantes como si no hubiese sido eso lo que ha buscado (queriendo o no) todos los sistemas políticos y económicos que se centran en “el hombre.”

En relación a mí, siento que el sentirme dinimute frente al gran Todo me da igual que a ti una especie de paz. Es una sensación que me humilla, en el buen sentido. Me recuerda que no soy más que une animalite perdide en este planeta gigante y hermoso. Mi paso por el mundo es inconsecuente pero a la vez es todo lo que tengo. Entonces creo en vivir como une quiera, en dejar que les demás también lo hagan mientras no le hagamos daño a lo que nos rodea. Es a lo que aspiro, a ni yo misme ponerme reglas para existir.

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F_ En los dos proyectos que estás trabajando actualmente, tu novela a tiempo real en Twitter La fiesta en el Catamarán, y tu próxima publicación física por parte de Ediciones de a poco, Notas sobre la morfología del mar, el mar es tanto escenario como protagonista. ¿Qué hay en el mar, en el agua, las olas y los barcos que llama tu atención, genera inquietudes y te llama a buscar soluciones en él?

T_ No puedo escapar del cliché caribeño, amo el mar. Admiro su presencia, lo respeto. Es un gran ser vivo, un gran cerebro. El movimiento del agua me parece interesantísimo. Todo lo que tiramos se devuelve. El mar es un recordatorio de que esto no es nuestro ni lo va a ser nunca. ¿De qué manera podría serlo? ¿Cómo puede alguien mirar al mar y pensar que puede poseerlo? Es como un gran monumento al cambio, el mar. Un gran monumento al movimiento. Eso me llama la atención, que siempre que lo miras es distinto. Y hay tanto que no sabemos ni vamos a saber. Somos tan pequeñes que no nos quede de otra que admirarlo. Además, es tan hermoso. La manera en la que se posa la luz sobre el agua del Caribe es algo inenarrable.

Busco una conversación con el mar, con la idea del mar. Un acercamiento a su misterio. Alguna manera de extrapolar su movimiento a la vida y a mi trabajo. Siento que el mar siempre está presente de alguna manera en lo que hago, aunque no lo mencione. Me gusta sentir que todo lo que hago está algo oxidado por el salitre.

F_ Sobre estas publicaciones hay varios puntos que quiero tocar, y uno de ellos es cómo estás aprovechando las dos realidad que forman nuestra vida contemporánea; lo virtual y lo físico. Una novela publicada vía tweets y un libro edición limitada que reúne los apuntes, ideas e imágenes recolectados sobre la relación entre el mar y la poesía. ¿Y aunque la pregunta suene un poco pretensiosa, entiendes esto como un paso necesario para el futuro de la literatura? Romper con unos formatos, apropiar espacios virtuales, y de paso, invertir en la experiencia del objeto en sí?

T_ Creo que sí. Aunque más allá del formato, creo el futuro de la literatura (lo que sea que signifique eso) está en su anarquización total. Hay que destruir la prisión de los géneros literarios para que la literatura pueda respirar. Hay que destruir el canon y la industria editorial. Hay que liberar a la literatura del capitalismo. La literatura del futuro puede ser una página de internet que te lleve a otras páginas que te lleve a otras páginas que te lleven a un lugar en “el mundo real” y la literatura del futuro puede ser un libro impreso con tapa dura. La literatura existirá mientras alguien necesite contar algo, quiera decir algo, quiera decir que no quiere decir nada. Lo que quizá no sé si tenga mucho tiempo más aquí es La Literatura. Las relaciones horizontales que plantea La Literatura como institución, que plantea La Cultura como institución, están caducas y tienen que dejarse morir. Si algo tendrá la literatura del futuro es que será libre de toda autoridad. Ahí es que creo que pueden surgir nuevas experiencias, más allá del formato, en esas conversaciones que se pueden tener que ahora mismo no estamos teniendo por miedo, por seguir aferrades a un pasado calimocho que no volverá. La literatura como tal sólo podrá tener futuro si se deslinda del proyecto universalizador del hombre-blanco-heterocis. ¿Qué más tiene que decirnos esa literatura? ¿Cuánto tiempo más aguantará la falacia de la universalidad? La literatura necesita nuevas voces, nuevos ritmos, nuevos colores, nuevos olores. No podemos seguir pensando la literatura como algo monolítico y estático y pretender que nos encaminamos hacia futuro.

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F_ Interpreto a La fiesta en el Catamarán como un escape, primero, de la cuarentena, y segundo, del ecosistema virtual en el que nos encontramos ahora. El internet se ha convertido en un lugar tan hostil, y en mi opinión, se ha vuelto así en la medida de que las personas que no cabemos en la heternormativdad hemos reclamado nuestro espacio. Y veo en el Catamarán una respuesta a esta hostilidad, pero una respuesta que va más allá de una pelea, nos muestras una forma de existir. Para cerrar, ¿se relaciona a las ideas mencionadas, o parecidas, o en fin, qué te llevó a crear esta historia en esta plataforma?

T_ No veo a la La fiesta en el catamarán como un escape o una respuesta a nada, en realidad. Bueno, es una respuesta pero no es una reacción. Sí es una respuesta a un deseo de plantear otra forma de existir, totalmente. Y también otra forma de escribir. Tenía como dos años con la idea de que quería escribir narrativa, de que quería escribir esta novela, pero sentía que no podía o que no tenía las herramientas para hacerlo. Lo cual era realmente una estupidez de mi parte porque todo se resumía a palomería. Me había tragado la idea de que la narrativa se escribe de una forma (sin importar sus resultados) pero esa forma - disciplinada, planeada, esquemática - no tenía nada que ver conmigo. No era muy punk que digamos, haha. Escribirla en Twitter surgió como un impulso. Pero después empezó a tener todo el sentido del mundo. Hacerlo de esta manera se me hace natural porque lo estoy escribiendo en vivo, no estoy planeando nada. No hay borradores. Todo surge en el momento y a veces me sorprendo con lo que escribo. No sé bien dónde estoy yendo y eso me gusta. Sólo tengo unas sensaciones, unas imágenes que quiero transmitir y las uso como guía.

Volviendo a lo que decías, pienso que esta novela es un trabajo político en tanto plantea otra  forma de existir no sólo dentro de la novela en sí misma sino también en la manera en la que se  interactúa con una novela. Me gusta la idea de que una parte de ella esté entre un meme y una  noticia cataclísmica, que aparezca con un pulso medio errático. Me gusta que puedo hacer lo que se me pega la nada. Por eso no la veo  como un escape. Es un ejercicio de autodeterminación. 

F_ Es riquísimo leer los tweets de la novela; nos llenas de sensaciones a través de la fruta, la relación de la narradora y Silvia, y así mismo nos invade la angustia durante los lapsos de baltrí —bad trip—, las desapariciones de mujeres... En un solo tweet la historia puede cambiar completamente.

T_ Realmente sí puede cambiar completamente, es impredecible hasta para mí. Lo que más difícil se me hace es intentar no mezclar mi presente con la novela, intentar separar a la narradora de mí. Se complica porque lo estoy haciendo en una plataforma que suelo usar para expresar mis pensamientos así que tengo que hacer una ligera maroma mental cuando se me ocurre algo pero no tiene nada que ver con la novela. Igual es un ejercicio muy interesante y lo estoy disfrutando mucho. Me alegra que tú también.

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F_ Ahora bien, Notas sobre la morfología del malecón es un proyecto editorial que se extiende de tu exposición individual del año paso, ¿De dónde vienen estas olas?, el cual es tan fascinante de explicar que deseo que tú nos contaras la idea, el proceso y los restos permanentes que ha dejado en ti.

T_ ¿De dónde vienene estas olas? fue un proyecto que surgió de una idea que se metió en la cabeza hablando con gente de que habla otros españoles. Creo que estábamos hablando de los acentos y de ahí me vino el pensamiento de que quizá la manera en la que hablamos está condicionada por la geografía que nos rodea. Entonces que la manera en la escribimos también está condicionada por esto. Eso mutó en querer hacer un algo que usando una interpretación del método científico pudiera responder una pregunta poética, que es la que le da nombre al proyecto. Para hacerlo, diseñé una especie de trabajo de campo en el que fui al Malecón todos los días antes del atarceder durante un mes. Escribía, hacía foto y grababa video. De ahí surgieron varias piezas en diferentes formatos y una de ellas es lo que se publicará con Ediciones de A Poco. Es el diario que llevaba durante ese mes, cuando me sentaba en la Plaza Juan Barón - y mientras me movía por la costa - a comenzar la recolección de datos del día.

Tengo restos permanentes de ese proyecto porque hice muchas cosas por primera vez. Aprendí mucho y me hizo sentir muy orgullose de mí misme. Me gustó poder colaborar con gente que admiro como les chiques de Tiempo de Zafra y mis amigues Jeremy García, Milena Volonteri y Oscar Chabebe. También siento que hubo una colaboración con el mar. No creo que haya hecho una extracción (a pesar de que sí me robé algunas cosas de las que devolvió), sino más bien siento que establecimos un vínculo. De tanto mirarlo sentía que el mar me hablaba, que me regalaba sus palabras y yo las interpretaba con mi defectuoso cerebro de gente. La verdad es que si pudiese escribir todo lo que aprendí, no hubiese hecho el proyecto. Pero de alguna manera siento que la observación detenida no sólo del mar sino de todo el ecosistema del Malecón me volvió una persona aún más sensible.

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F_ Entiendo también que, cómo has colaborado con Faride Mereb, diseñadora editorial venezolana con base en NYC, creadora de Ediciones Letra Muerta, en el diseño del libro, ha sido un trabajo en medio de pandemia y desde la distancia. ¿Cómo fue este proceso?

T_ Ay, la verdad es que no trabajé directamente con Faride. Hablamos todo el tiempo a través de  David Puig. Él me mandaba las pruebas que hacía Faride, las discutíamos y luego él le pasaba los  comentarios. Me sentí muy bien trabajando con David y los resultados me emocionan. Quiero tocar el libro impreso ya. Fue impreso en Riso en Bruselas, en el estudio de Frau Steiner, y amo la textura que deja ese tipo de impresión. Me encanta la manera en la que Faride distribuyó los  textos e imágenes, las variaciones en los tamaños y los papeles. Realmente fue muy  colaborativo y creo que todes quedamos felices.  

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F_ Hace varios meses diste tu segundo curso de poesía, el cual llamaste UN MUNDO NUEVO; primero, quiero saber cómo fue la experiencia de enseñar poesía, y segundo, quiero que nos expliques el nombre de este: ¿Cuál nuevo mundo tratas de construir?

T_ La experiencia de enseñar poesía me vuela la cabeza. Había dado un taller antes, el año pasado, que se llamó “Aprender a hablar solo”. Ese fue un experimento total porque era mi primer intento. Aprendí bastante y me quedé con ganas de seguir dando talleres. Después de cada clase siempre termino cuestionando todo lo  que sé (que es siempre mucho, mucho menos que lo que no sé) y de alguna manera me  revitaliza. Me hace entender mejor lo que hago y por qué lo hago. Es genial sentir que le aportas  algo a un grupo de gente transmitiendoles tus ideas y las ideas de otras personas de las que has  aprendido. Aunque creo que la mejor parte es que aprendo mucho más de lo que enseño. La  forma en la que cada une de les estudiantes interpreta lo que muestro, los textos que  producen, las preguntas que hacen. Es una experiencia muy enriquecedora y divertida y me  alegra poder hacerlo.  

El taller se llama así porque creo en el poder de la poesía para romper con lo que existe.  Creo en su poder transformador. Entiendo que el pensamiento poético se puede utilizar para  derribar las estructuras que nos oprimen si apuntamos hacia eso como un potente rayo láser o  un lanzallamas. “Un mundo nuevo” tiene ese nombre por eso. No me imagino un mundo otro  en el que no exista la poesía, en el que no exista la sorpresa de unir una imagen con otra a ver  qué pasa, en el no exista la contemplación y la admiración por lo más simple.  

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F_Para crear este mundo, ¿qué debemos destruir?

T_ Oh, creo que hay que destruir tantas cosas. Entiendo que tenemos que urgentemente  replantearnos la manera en la que existimos en la Tierra porque la estamos matando y nos  estamos matando. Digo, hablo colectivamente pero la culpa hay que redireccionarla a quien la  tiene. Las grandes industrias y los grandes acumuladores de capital tienen que ser destruidos; al igual que los Estados que han permitido y se han beneficiado de su proliferación. El sistema capitalista tiene que ser destruido, tenemos que hacerlo implosionar. Tenemos que buscar alternativas de vida que no nos opriman. Tenemos que matar todo lo que parezca un policía. Y todo esto no sólo hay que hacerlo afuera, también hay que matar adentro. Hay que matar al macho, al jefe, al policía, a toda la familia. No quiero que quede nada de este disparate que ha construido El Hombre. Las instituciones que ahora nos rigen o pretender hacerlo no tienen ninguna alternativa que ofrecernos. No me interesan las cuotas, no me interesa que el poder tenga una cara de mujer, por decir algo. Lo que quiero es que no exista más ese tipo de poder. Porque todes tenemos poder, lo que pasa es que nos han hecho creer que no. Y eso es algo que no podemos seguir permitiendo. Creo que para eso tenemos que trabajar muy para adentro. Porque esas instituciones han creado una maraña dentro de nosotres que tenemos que desenredar para poder liberarnos.  Hay que destruirlo todo existiendo en desacato a lo que se nos ha impuesto por todo este tiempo. Hay que proponer no sólo vías de escape, sino lugares a donde ir cuando escapemos. Esa es la propuesta del taller, imaginar un mundo nuevo, hacerlo juntes. Imaginar cómo más puede ser vivir. Dejar de tenerle miedo a la muerte y al error. Todo eso lo tenemos que hacer en colectivo. No vendrá ningunx héroe, ningunx mesías. La revolución del futuro no tiene líderes. 

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