Maxi Magnano

Buenos fantasmas, aires extraños

Maxi Magnano
Buenos fantasmas, aires extraños

Texto por Felix Cordero
Fotografías por
Maxi Magnano

A un lugar vacío, ¿quién lo recuerda? ¿Cómo lo conservamos cuando se supone que no hay nadie para capturar las luces de sus espacios y elementos? Según tengo entendido, hay fantasmas que se desplazan por las urbes y suburbios, al margen de la algarabía y a la expectativa de un destello de luz solitaria, en busca de ese mood ideal, de esa atmósfera perfecta para suspirar. Hemos descubierto que uno de estos espectros es Maxi Magnano (Argentina, 1989).

Como fotógrafo, su cuerpo de trabajo revela interés por la noche y el ocaso, las nieblas, los destellos de luz y los lugares carentes de actividad humana, trasportándonos a un mundo donde hemos desaparecido y aquellos espacios tienen libertad de ser intocables. Sin embargo, ahí está Maxi, y cómo único ser en su universo, captura el momento en que lo fantasmagórico reina en el espacio. De su proceso, Maxi dice algo que nos encanta:

«Creo que sacar fotos, al menos para mí, tiene que ver con recolectar cosas que van apareciendo en el transcurso de la vida.»

Maxi planea poco; deja que el momento se revele ante él y su cámara. Eso sí, saber dónde y cuándo estar es parte fundamental del proceso, la parte activa de la práctica. Pero al final, Maxi encuentra y eterniza.

En esta conversación, hablamos con Maxi de su comienzo en la fotografía, sus intereses, Buenos Aires, la cuarentena y su gusto por autoeditarse.

¿Cómo fue tu upbringing?

Crecí en la Argentina de los años 90 y 2000. Tuve una infancia y una adolescencia muy propias de lo que fue la clase media en este país y en aquel momento. Mis padres formaron parte de un proceso de éxodo en el que mucha gente abandonó la ciudad para instalarse en zonas menos urbanas, así que no crecí dentro de todo el movimiento de la capital. Creo que esa especie de aislamiento fue bastante determinante, pero no puedo decir que mi infancia haya sido aburrida. Crecí con el avance de las telecomunicaciones y la llegada de internet a las casas. Nunca tuve hermanos ni hermanas, así que pasaba bastante tiempo escuchando música y leyendo entrevistas a músicos que me gustaban. Me gustaba mucho más la música que la fotografía, pero cuando era chico creo que ni siquiera era consciente de que la fotografía podía ser un canal de expresión.

¿Cómo llegó la fotografía a tu vida? 

Hace unos años trabajaba vendiendo ropa en un negocio que daba a una avenida por la que no pasaba casi nadie. Me parecía todo tan aburrido que sentía que se me estaba pasando la vida ahí. Me acuerdo que al mismo tiempo estaba leyendo On the Road de Kerouac. Me frustraba mucho el contraste entre esa vida tan nómada y fascinada con el mundo que narra Kerouac y mis días en ese local. Justo al lado del lugar en el que trabajaba había un local de Nikon. Nunca había pensado en aprender fotografía, pero tenía tantas ganas de ejercitar la creatividad de cualquier manera que un día fui al Nikon y compré una SLR digital. Esa fue la primera cámara que tuve, no heredé cámaras familiares ni nada de eso. No sé qué habrá pasado con las cámaras en mi familia. 

¿Cuál fue tu primera musa?

Varios elementos de la ruta a la noche, las luces frías, la niebla, todo ese universo un poco fantasmal. De todos modos, tengo la idea de que siempre le saqué fotos a lo mismo. Los elementos son distintos pero el sustrato se mantiene a lo largo de los años.

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¿Desde cuándo comenzas a hacer trabajar en fílmico? ¿Qué te gusta de este medio a diferencia del digital?

Empecé con la digital que compré en aquel momento pero me pasé en seguida al fílmico. Mi primera cámara de rollo fue una Pentax K1000. Me gustó mucho más la sensación de la herramienta. Me refiero al peso de la cámara, los mecanismos manuales, el cuerpo metálico. También me pareció más interesante la dinámica que impone la necesidad de sacar fotos y tener que esperar, la cantidad mayor de pasos. Esa serie de mediaciones me sirve para considerar más fácilmente que una foto tiene el peso del producto final de un proceso. Creo que ahí está la clave de por qué prefiero usar fílmico, más allá de las texturas y las tonalidades propias del comportamiento de la película.

¿Planeas los escenarios que fotografías o los encuentras durante recorridos?

No planifico mucho. Diría que nada. Lo que necesito es desplazarme. Los lugares, las cosas y las luces eventualmente aparecen. Si planease los escenarios o las fotos, correría el riesgo de perder la espontaneidad con la que se presentan las cosas. Creo que sacar fotos, al menos para mí, tiene que ver con recolectar cosas que van apareciendo en el transcurso de la vida. Lo que sí tengo en mente es a qué hora ir a determinado lugar para encontrarlo bajo la luz que estoy buscando y con una cantidad de gente que no me impida hacer fotos.

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¿Cómo es tu relación con Buenos Aires, siendo esta ciudad tu sujeto principal? 

Si bien las fotos están en su mayoría sacadas en Buenos Aires, no son fotos de Buenos Aires, en el sentido de que no hablan sobre la ciudad sino sobre otra cosa. Creo que es un lugar que ofrece muchos elementos que sirven para contar aquello que yo quiero contar, pero necesito salirme de lo que sería un relato sobre Buenos Aires. Obviamente los rasgos de la ciudad se filtran en las fotos. Se ve y se nota que es Buenos Aires y ahí es a donde se produce algo que es interesante: son fotos que remiten a un lugar pero que al mismo tiempo podrían estar hechas en cualquier otro lado, tienen algún grado de universalidad y se pueden interpretar sin pensar en dónde están sacadas.

La experiencia de hacer fotografía en Buenos Aires es, al menos para mí, bastante complicada. Aunque creo que esa dificultad tiene que ver más que nada con la experiencia de hacer fotografía en un mismo lugar siempre. Tengo la idea (sólo la idea) de que sería más prolífico si tuviera más movilidad. De todos modos, creo que en el fondo Buenos Aires tiene algo que siempre busco, algo así como lo hermoso atravesado por algo siniestro o terrible. 

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Me encanta la ausencia de personas y seres vivos en tus fotografías, ¿es a propósito? 

Sí, es a propósito y pienso que es algo característico de las fotos que hago. No hay animales, pero sí hay plantas. Fundamentalmente, lo que falta son figuras humanas con identidad. Las fotos son de cosas y de espacios, de rastros o restos humanos. Creo que de ahí sale el extrañamiento. Intento que las imágenes sean lindas pero también tienen que señalar una ausencia y generar cierta atmósfera de familiaridad extrañada.

¿Cuál es el elemento más importante para ti a la hora de capturar una imagen/momento?

Necesito estar de acuerdo con las fotos. Necesito que sean comprensibles para quienes las vean, que le puedan gustar a la gente, pero bajo mis propios términos. Hay muchísimas fotos que pueden gustarle a alguien pero no por eso tienen que ser la clase de foto que yo busco. Es importante que las fotos no busquen gustar sino que desplieguen algún tipo de lenguaje propio, que alguien vea una secuencia de fotos y empiece a entender qué es lo que las fotos están mostrando. También me interesa que haya alguna especie de primera persona en las fotos para que quien las vea tenga espacio para involucrarse con la escena.

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¿Qué buscas comunicar con las imágenes que creas?

Es difícil decirlo de una manera concreta, pero lo que intento mostrar es la belleza extraña de las cosas, o de la vida en general. Tal vez más que comunicar sería mostrar. Me gusta salirme de los conceptos de lo hermoso o lo fotografiable porque creo que una visión fascinada de la vida o del mundo tiene que comprender cómo la belleza de las cosas no se da separada de otros rasgos más oscuros. 

¿Cómo ha sido tu experiencia durante la cuarentena? ¿Algo ha surgido durante este tiempo?

Desde que empecé a sacar fotos hace unos años nunca me detuve. Siempre tuve como prioridad mantener un flujo continuo de material nuevo. La cuarentena fue un motivo de fuerza mayor por el que tuve que parar por primera vez. Para mi manera de hacer fotos la movilidad y el uso del transporte público son fundamentales, así que mi dinámica quedó interrumpida. Visto de esta manera mi experiencia durante la cuarentena es bastante negativa. También el contexto da lugar a una ansiedad y a una inquietud que no favorecen mucho los estados de ánimo contemplativos. Estoy hace meses intentando volver a sentirme involucrado con las cosas que veo y creo que recién ahora estoy pudiendo mirar con más detenimiento y tranquilidad. 

De todos modos, esta interrupción necesaria me dio el tiempo que necesito para hacer cosas que son tan necesarias como producir material. Estuve recorriendo el archivo, organizándolo, puliendolo y convirtiéndolo de a poco en una edición que va a terminar siendo un libro. Eso es algo muy positivo que tiene que ver con estar forzado a pasar tiempo en mi casa.

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¿Cómo es la escena fotográfica en Buenos Aires? Ahora es que nos estamos adentrando y conociendo artistas como tú

Nunca pensé mucho en términos de una escena. Si hay una escena no tengo mucho contacto con ella. Creo que la inmediatez de las redes sociales y de internet en general anulan un poco ese surgimiento de focos tan localizados. O al menos es así desde mi experiencia. Muchas de las referencias que uso no son de Argentina.

¿Cuándo comienzas a autoeditarte?

 
Casi desde que empecé a sacar fotos. Siempre quise pensar las imágenes como componentes de un libro o de alguna edición física. Lo que pasaba al principio era que no dominaba prácticamente ninguna parte del proceso. Con el tiempo fui aprendiendo a usar las herramientas digitales para maquetar y organizar publicaciones. Con ese aprendizaje me fui orientando hacia proyectos más ambiciosos. Publicar ediciones físicas es algo muy bueno para aprender sobre algunas instancias que quedan muy relegadas por el uso de las redes sociales. Si la circulación de las imágenes se agota en las redes sociales no es necesario tener archivos que estén bien preparados para ser impresos, entonces algunas partes del proceso fotográfico pueden quedar fuera de vista. Por otro lado, tener siempre como horizonte la idea de una edición física ayuda mucho a la hora de mantener la coherencia en el estilo de lo que uno hace.

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¿Qué corrientes, técnicas o medios te interesa experimentar?

Me interesa trabajar con un formato más grande que el de 35mm. Algo como 6x7. Me interesa ver qué resultados surgen de la combinación entre lo que hago y la dinámica de un formato grande que exige una forma de trabajo más pausada y seguramente más premeditada que la que mantuve hasta ahora. Me gustaría usar ese formato para hacer fotografía de viaje, dedicándome de lleno por un tiempo solamente a eso, pero por el momento no es más que una idea, el contexto sanitario y económico no ayuda. 

Me interesa mucho también volcarme a medios y circuitos más físicos y menos digitales para la circulación y la distribución de mis fotos, orientarme a editar y publicar libros y a trabajar más con imágenes impresas. Las redes sociales y los medios digitales siempre me sirvieron mucho, pero mi objetivo a mediano plazo es que lo que hago no se agote en las galerías virtuales.

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