Ernesto Rivera

Una conversación con Fidel López: a propósito de "La ruina de la forma nos traerá luz"

Ernesto Rivera
Una conversación con Fidel López: a propósito de "La ruina de la forma nos traerá luz"

Texto por Ernesto Rivera Fotografías por Eduardo Javier


En la cultura dominicana está mal visto hablar de ruinas . Persiste cierto afán de disimular las decadencias de las cosas y de los cuerpos.  Ese hábito valorativo se transfiere a las múltiples dimensiones de lo cotidiano. Sin embargo  el artista Fidel López nos dice que La ruina de la forma nos traerá luz. Su declaración críptica resulta atractiva en un país como el nuestro en donde la luz se va y viene de formas misteriosas y antojadizas. El título de la muestra es en realidad la revelación de sus procesos creativos. Las imágenes que conforman la exposición fueron creadas usando colores luz en Microsoft Paint, el rudimentario programa digital de edición gráfica que se considera poco serio por ser muy simple pero cuya accesibilidad, casi intuitiva, lo convierte en una herramienta de dibujo muy democrática. El arte popular es un concepto clave para comprender el trabajo artístico de Fidel López. 

 

A partir de retratos muy peculiares de rincones y vivencias de la ciudad de Santo Domingo el artista deformó imágenes con capaz acumulativas de color. Las vibraciones remiten a las compulsiones y resonancias del ambiente dominicano. El efecto resultante es siniestro porque las escenas familiares se ven ligeramente amenazadas por la presencia inesperada de monstruos y otras anomalías fantásticas. ¿Acaso podría trabajarse la cotidianidad dominicana sin que aparezcan en un estado latente distintas formas de violencias? Las estructuras múltiples de la dominación se han incorporado a nuestra vida social hasta parecernos consustanciales con ella y la comicidad de las figuras en los dibujos de Fidel son solo un recurso de sobrevivencia. 



La otra cualidad de la exposición es la renuncia al deseo de perfección. El artista parece no desear controlar ni las imágenes ni sus resultados sino simplemente jugar. Ese ejercicio despreocupado creo que es la mayor virtud de la muestra porque desplaza las lógicas habituales de creación que se empeña en lograr obras muy puras, y hacer exposiciones muy acartonadas que no se abren exitosamente a experiencias culturales nuevas. La ruina de la forma nos traerá luz es un espacio de negociación que al igual que la ciudad de Santo Domingo, cada quien tiene que andar bajo su propio riesgo con la esperanza de que el asalto sorprenda apuntando con fragmentos de memoria.



A continuación, una breve conversación con el artista. 

Ernesto Rivera (E.R.): Recuerdo que una vez me comentaste que durante tu educación como artista tuviste que enfrentar a lógicas de homogeneización de técnicas y procesos. Y tu actitud de resistencia siempre me llamó la atención y al mismo tiempo creo que siempre fuiste consecuente con la forma en la que ibas pensando tu trabajo. Cuatro años después los frutos de ese esfuerzo son visibles y además hay una maduración de viejos experimentos. En el caso particular de La ruina de la forma nos traerá luz, que además es tu primera individual, pareces seguir resistiendo categorías pre-hechas y desafiando las lógicas habituales de las exposiciones en las instituciones culturales dominicanas. Yo quería preguntarte si cuando dices "la ruina de la forma" te refieres a esa búsqueda personal y si hay algo que puedas resaltar de ese proceso de autodefinición.

Fidel López (F.L.): Sabes, siempre están ahí esas estructuras arbitrarias o impuestas a las que uno se va moldeando un poco para poder sobrevivir. Pero si el artista es honesto consigo mismo siempre llega un punto en el que siente como una sensación de vacío. Eso me ha pasado frecuentemente y tengo la necesidad de cambiar y de querer fragmentar las cosas. Una vez leí en una revista sobre títeres que un títere es un personaje cercano a la realidad que te saca de esa realidad para luego devolverte a ella de una mejor manera. La idea que uno se va construyendo a partir de lo que uno es, de choques con la propia identidad, es de donde siento que sale el impulso no solo de romper con ciertas estructuras sino también de escoger caminos paralelos. A veces solo se necesitan espacios donde detenerse a mirar desde lugares donde uno no está habituado a mirar. Quiero que esta exposición sea eso, una oportunidad para mirar las estructuras de cómo cada quien cuenta las cosas y de las configuraciones de las historias que recibimos. Ese pequeño cambio en la cotidianidad puede brindar nuevas formas de verse a uno mismo y la cotidianidad.

E.R.: Una pregunta que varias veces me hice era cómo ibas a presentar tus procesos. Porque tomando en cuenta que la primera etapa de tus dibujos ocurrían en formato digital, tú tenías la posibilidad continuar con un dispositivo de difusión que mantuviese la virtualidad de las obras. Sin embargo, tomaste la decisión de traerlas al mundo material haciendo impresiones y dibujos murales. Eso me pareció una solución muy inteligente porque son obras que están destinadas a desaparecer en algún momento pero que insisten en hacerse físicas. ¿Cómo ves esa relación entre lo virtual y lo material, y cuál fue el camino que seguiste para decidir los medios que usaste para presentar tus trabajos?

F.L: Siempre me ha interesado mucho el proceso de traducción de las imágenes. Puedo decir que es casi como un ejercicio antropológico en el sentido de que veo mucho las imágenes en su interacción constante introduciéndose al mundo físico y al mismo tiempo, lo físico va permeando en el mundo digital. La línea se hace borrosa porque nos acercamos al mundo digital a través de lo físico, de nuestros cuerpos. Pero a mi siempre me ha gustado la repetición, y la manera en la que las imágenes viajan a través de los medios, y van tomando de los filtros por los que van pasando, dejando marcas… y borrando marcas, se van ganando memorias y al mismo tiempo se va perdiendo algo de información, como en un proceso constante de distorsión y de recontextualización.

En cuanto a mi trabajo, veo mis obras como matrices, son formas que no son definitivas y que pueden salir al mundo de muchísimas maneras distintas. En el caso de La ruina de la forma nos traerá luz me propuse ver cuáles eran las posibles interacciones de las personas con estas imágenes en las obras. Pero además yo creo que era una forma de hacer sentido y de hacer mi propio rompecabezas en un contexto en el que estamos empujados a un constante “borrón y cuenta nueva”. Inevitablemente las informaciones, las imágenes, vuelven a resurgir para hablarnos y tener contacto así sea con fragmentos del pasado colectivo. 

Pienso que las obras son umbrales que no están ahí para brindar respuestas lógicas sino para ayudar a construir historias y proyectar posibilidades. Eso para mi es lo más importante del arte. Uno está acostumbrado a formas muy particulares de ver las cosas que a veces nos distancian de nuestro contexto sin ver que somos parte de una diversidad dentro de la cual debemos comprendernos. Es importante coger de todos lados un poco. En mi caso es esencial para mi oficio observar los caminos de obreros, artesanas, gente que trabaja con las manos sin que necesariamente lo hagan con un fin artístico. Esas cosas informan más mi práctica que la historia oficial y la instrucción académica del arte. Creo que las dinámicas fuera del arte para mi son más amplias y más diversas. 

E.R.: Pocas personas saben que vienes de una familia de artistas. Tu papá es un teatrista muy comprometido con las causas del gremio. Tu mamá trabaja museografía. Tu hermano es músico. Crecer en ese ambiente creativo seguro que informó tus intereses y la forma en la que entiendes tu práctica, especialmente porque tienes el privilegio de una familia donde hay apertura y con la que puedes tener una interlocución que parte del saber compartido. Yo creo que de alguna forma esa familiaridad es visible en tus personajes, en la presencia de sus cuerpos y cómo pueblan las superficies casi como reconociéndose entre sí. ¿No te parece? Hay como una suerte de economía y flujo de las relaciones entre tus personales que podría decirse que apunta al contenido político de tus obras. ¿Cómo ves eso? ¿Te parece que hay una clave de lectura política en tus trabajos?

F.L: El oficio que se desempeña durante un largo periodo de tiempo y en algunos casos durante toda la vida, te va dando claves para articular en la realidad. Yo vi muy de cerca las actividades que realizan mis padres y ellos me expusieron a conversaciones sobre lo social. Esas son cosas que se quedaron impresas en mi memoria, son como un detrás del telón en todo lo que hago. En nuestro país la niñez no tiene garantías del acceso a la cultura como un derecho y en ese sentido sí me siento privilegiado. Ahora puedo darme cuenta de eso y contrastar la educación de mi casa con la educación oficial y las dinámicas de mis amigos con sus familias que eran tan distintas a las de mi casa. Tuve la oportunidad de ver muchas realidades pero lo más importante, la libertad de elegir, ver matices, y detectar los condicionamientos de los espacios en los que vivo más allá de las fachadas. 

Estuve siempre muy marcado por perspectiva política e ideológica, eso está incluso impreso en mi propio nombre. Eso abre muchas…muchísimas contradicciones yo diría. Es esa complejidad y la opacidad de los discursos los que abren oportunidades y estructuras. Yo no creo que existan respuestas únicas sino que las partes de un lado y de otro ayudan a encontrar caminos posibles. Este mundo está lleno de contradicciones con las cuales uno tiene que convivir… y como decimos, buscarle la vuelta. Eso es justamente lo que quiero con la exhibición, presentar una propuesta que abra posibilidades. Cosas simples como rayar en las paredes tiene implicaciones políticas. Es un impulso vital de expresión que se opone a las convenciones sociales, y quiero que la gente lo pueda ver y considerar como una alternativa. 

Nuestra sociedad te fuerza a definirte y a decir qué haces y qué no haces. Te dice lo que es y lo que no es productivo. Hacer arte es como un trato conmigo mismo para permitirme otros caminos. Nuestra vida como artista no se resume a los clichés que nos impone la sociedad dominicana. Eso no define del todo nuestro oficio como artistas y las decisiones estéticas que vamos tomando. Cada vez más se han ido democratizando los procesos y creo que mi generación asume roles diferentes para poder sobrevivir y borrar el aura de artista. Por la precariedad estamos obligados a hacer muchas cosas y eso, desafortunada y afortunadamente, trae riquezas y vivencias que van influyendo, acercando y tejiendo nuevas relaciones. Las identidades no son monolíticas. Nuestra historia no es monolítica. Siempre somos más. No me interesa llegar a una conclusión sino a posibilidades que seguiré desarrollando.



La ruina de la forma nos traerá luz es la primera exposición individual de Fidel López (1998, Santo Domingo). Estará abierta hasta el martes 28 de Febrero 2023 en la sala de exposiciones de La Alianza Francesa de Santo Domingo, (calle Horacio Vicioso 103) con horario de lunes a viernes de 8 am a 5:30 pm y los sábados de 8 am a 12:30 pm. La exposición es posible gracias al equipo de gestión cultural de La Alianza Francesa de Santo Domingo y a la gentil colaboración de los artistas José Morbán y Maurice Sánchez.